miércoles, 2 de marzo de 2011

Cuarto capítulo; Los Pelirrojos.



Abb se miro al espejo durante un buen rato. Se miraba a los ojos, sus ojos verdes apagados demostraban la gran tristeza que sentía. Arrastro los pies a su habitación y se tumbó en la cama. Durmió durante horas y para cuando despertó era medianoche. Tanteo la pared hasta encontrar el interruptor de la luz. Se levanto aun con los ojos cerrados y parpadeo varias veces hasta acostumbrar a sus ojos a la luz. Se aseguro de que su padre estaba dormido  y  bajo lentamente las escaleras. Se puso a cocinar en silencio, su estomago rugía. Detrás de ella escucho un suave sonido, miro a su alrededor y no había nada. Llevo la comida a su habitación y se sentó a comer. La ventana estaba abierta de par en par aunque ella no recordaba haberla abierto.  Pensó que tal vez la abrió su padre para que así pudiera oler el dulzón aroma a tierra mojada que tanto amaba. Se acerco a la ventana a respirar el aire fresco y lento. Le llamo muchísimo la atención ver que la casa de los Dover estaba iluminada completamente. Sus plantas, fuentes, puertas, ventanas e incluso auto, estaban repletas de lucecitas multicolores.  Un cartel en la entrada decía:
BIENVENIDOS
Pero lo extraño era que no había música y mucho menos personas bailando, ni siquiera moviéndose. Las personas estaban mirando por las ventanas, toqueteando las platas y algunos miraban a Abb a los ojos.  Todos eran tan similares a Evan, el pelo, los ojos que brillaban con ese tono verde escandaloso, hasta en la forma del cuerpo eran similares. Las mujeres con el pelo oscuro se juntaban y parloteaban de una forma extraña. Todos iguales, excepto una pareja, sus ojos no eran tan llamativos y su pelo era rojizo, como el de Abb. La miraban con una nota de ternura en su mirada, ella se quedo petrificada por los similares que eran esos seres a ella. Sus miradas se cruzaron hasta que alguien sacudió el hombro de la mujer, Marcia.  Dedico una mirada a Abb, y le saludo con la mano. Marcia lucia un vestido verde que le pasaba unos centímetros la rodilla, una trenza, adornada con hojas falsas, apoyada en su hombro. Estaba realmente hermosa. Pero llego Evan y la opaco. Iba vestido completamente de negro, lo único que resaltaba eran sus ojos. Miró a Abb durante diez segundos y retiro su mirada. Dirigió a los pelirrojos  dentro de la casa.

Abb no durmió en casi toda la noche, puede que solo una o dos horas.  Se levanto a la fuerza y su mañana no fue muy diferente a la anterior. Esta vez recogió a Laura para ir al colegio. A llegar estaciono en el mismo lugar que el día anterior. Al bajar Evan estacionaba su auto. Abb siguió de largo, pero Evan la siguió hasta la entrada.
-Hola- murmuró.
-Hola-masculló Abb.
-¿Cómo estas?-preguntó Evan.
-¿Cómo quieres que este? Mejor que ayer, quizá. Peor que mañana, seguro.
-Oye…-suspiró Evan.
-Nada-dijo Abb- Nada, no hables. No vale la pena ¿Sabes? Nada me sacara de la depresión, se murió mi hermano, la persona a quién más quería. El estuvo siempre, y ahora no esta. No hay nada que cambie mi cabeza de lugar. Nada que me haga dejar de pensar en lo que no quiero pensar.
-Bueno, no hare nada para cambiar lo que piensas. Pero, ¿puedo hablarte? Quizá te distraiga, no sé quizá quieras saber quienes eran esas personas que te miraban ayer.- Abb recordó a los pelirrojos, sus miradas y la sensación de reconocimiento que sintió al verlos, ¿Ellos? Sí seguro se refería a ellos- Sí los pelirrojos, ellos.
Resulto que eran algún tipo de familiares lejanos a ellos. Que casualmente vinieron de vacaciones y supieron que sus familiares se habían mudado por la zona. Cuando se contactaron los invitaron a su fiesta.
-Te miraban, -dijo Evan mientras entraban a la clase- porque tu casa les recuerda a su antigua casa y tu con tu pelo rojizo y esos ojos les recuerdas a una hija que tuvieron.

1 comentario:

  1. me encanto este capitulo! te felicito! y te espero por mi blog a q leas mi historia!

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