lunes, 30 de mayo de 2011

Sexto Capitulo: Hopeless


Con dedicatoria; A pesar de todo, aún hay personas que me leen, para esas irritantes personitas que aún me leen, gracias.

Hopeless
Hizo sonar sus dedos y hundió su cabeza una vez más en la dura almohada gris. La luz blanca del sol que se entremetía en las nubes iluminaba lo suficiente la habitación, lo suficiente para comunicarle que no era hora de dormir. Podría dormir todo el día si lo quisiera, pero ya que le era imposible pegar los ojos por un poco más de diez minutos, lo único que hizo fue levantarse a regañadientes.
Tiró a la basura un papel con un dibujo fallido de unos intensos ojos azules. Corrió a un lado el viejo ejemplar de Los caminos de la libertad que, fue lo único que tenían para que ella se entretuviera en un lugar tan vacío.
Instituto – Orfanato – Generalitat. Abandone toda esperanza de ser adoptado. Este lugar alejado de la ciudad, gris y casi transparente a la vida humana, es el último lugar en que alguien vendría a adoptar a una adolecente de quince años. El bosque verde, si se puede definir como verde, rodeaba este pálido lugar.
    La angosta habitación tenia espacio para una cama cabina, una mesita ratona y una puerta en la otra punta que daba a un baño. Dio un salto cuando su compañera de habitación, Jenna, le pincho la nuca con la punta de la uña. Ay.
-         Estúpida niña de pelo rojo, no seas tontita. Hasta que la voz de Leith no retumbe, no te vayas.
Cierto. Jenna hacía parecer fácil llamar a la directora como una amiga.  La voz de Leith. Justo cuando creyó que ya era demasiado el aburrimiento en este lugar, la voz femenina y ya casi familiar tronó en las habitaciones:
-         ¡Arriba! Al comedor en diez minutos. – Un fuerte chirrido indicó que el altavoz estaba apagado.
-         Vamos punto rojo –masculló Jenna.
Un apropiado apodo para lo que era Abb en este lugar, todo el lugar  era gris, negro o blanco, todo. Y ella con su brillante y larga melena roja y sus ojos como luceros verdes, todo muy distinto a las chicas del Instituto. Ellas tenían ojos grises, apagados, y en pocos casos, como Jenna, marrones. Sus cabelleras eran una variedad del negro al marrón. La única rubia del lugar era Leith, la directora Hopeless, que irónico, esta mujer alberga más esperanza que cualquiera en este infierno. Leith es una mujer muy joven, unos veinte tantos, treinta  y pocos. Su silueta es estilizada, de una modelo, sus ojos caramelo no parecen a juego con su cabello rubio y tez pálida. Usa unos ridículos vestidos estilos Rachel Berry[1], aunque la mayoría de las veces le quedan perfectos. En definitivo, ella es muy hermosa.
Abb se puso en mismo vestido gris que venia usando desde que se mudo al orfanato, la camperita canguro que tenia desde años y el lujoso collar de su madre, era lo único que había guardado de aquella noche…

Cuando cruzo la puerta del dormitorio su padre estaba tendido a un costado de la cama doble, las sabanas blancas tenidas de rojo tapaban su cuerpo. Abb resbalo en sangre y se arrastro hasta llegar a su padre.
-         ¿Quién te hizo esto?- susurró.
Pero su padre la miraba de la misma forma que lo hacia cuando ella bailoteaba por la sala con un vestido amarillo patito. Con ternura, amor…
-         Te quiero- dijo en un murmuro, al tiempo que sus ojos grises se cerraban.

Abb sacudió la cabeza para sacarse de la cabeza el mal recuerdo. Tomo su cabello con las dos manos y lo anudó con una colita elástica negra. Repitió para si misma las palabras de autoayuda de siempre: Sólo Respira. Había encontrado la forma de hacerlo, tomarlo todo como si no fuera lo peor, que había gente con mayores problemas, aprendió a solo respirar y olvidar sus problemas. Lo aprendió de formas extrañas y hasta obsesivas, escribiéndolo con birome en su piel, escribiéndolo en cualquier lugar  y repitiéndoselo día a día.
 Al cruzar la pálida puerta, descubrió a la señorita Hopeless esperaba sentada en unos bancos que había por todo el pasillo. Levanto la vista y le sonrió a Abb.
-Hola Abigail – dijo en un susurro- ¿Cómo despertaste?
No respondió, se limito a seguir a Leith a su despacho. Separó los labios para decir algo, pero nada salió de sus labios, nada ni un “buenos días”. El pasillo terminaba en el a gran puerta de algarrobo. Pequeñas flores hermosas estaban talladas en ella. Una luz amarilla y un perfume a lavanda se escapaban del lugar.
Leith sonrió y susurró:
-Abb, te presento a los Williams.
Allí estaban, en su esplendor, todos brillantes y sonrientes, con el pelo llamando la atención, sí, los pelirrojos.



[1] Personaje de exitosa serie norteamericana, Glee.

1 comentario:

  1. heey! oye he leído toda tu nove y me encanta!
    ojala y subas pronto :D

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